Ángel Rivero llegó hace dos semanas a Guatemala con su esposa e hija. Tres meses atrás habían emprendido desde su natal Colombia una travesía repleta de las adversidades que encaran la mayoría de las personas que migran de manera irregular en busca de una vida mejor.
«Desde septiembre [estoy] viajando y todavía no he llegado a México, desde que salí de Turbo, Antioquia, allá en Colombia», dice Rivero, que carga en sus hombros a su pequeña hija mientras responde preguntas a la Voz de América.